
Por último, nos dirigimos al Salar de Uyuni, un lugar que ansiábamos visitar.
Salí de casa a las 20.30 de la noche anterior y llegué a Uyuni en autobús nocturno durante unas 9 horas.
A partir de ahí, ¡nos apuntamos a una excursión y empezamos el recorrido después de desayunar! (Durante el desayuno, nos lo pasamos muy bien charlando con turistas de distintos países de América Latina 😋 Es una de las grandes cosas de América Latina, que incluso cuando conoces a gente por primera vez, enseguida te haces amigo).

Tras visitar un cementerio de trenes y recorrer una fábrica de sal, nos dirigimos finalmente a los lagos salados.
Como cabía esperar del Salar de Uyuni, vimos unos cuantos japoneses aquí y allá. Después de conducir un rato, toda la zona estaba cubierta de sal blanca pura. Era blanco puro hasta donde alcanzaba la vista y era realmente hermoso.

Menudo almuerzo nos dimos en medio del lago salado, con un paisaje blanco y puro.
Todo eran cosas grumosas como pollo frito y fideos yakisoba 😂, pero fue un almuerzo estupendo en el lago salado blanco ✨.

Después, fueron a hacer fotos y vídeos del arte del truco. Nos lo pasamos muy bien huyendo de los monstruos, saliendo de las Pringles y rodando con una pareja peruana del mismo grupo. ☺️

Por último, fuimos a la zona de los espejos.
¡Un lugar con el que siempre he soñado!
Era realmente hermoso y fuera de este mundo 🥹✨ ¡Estoy tan contenta de estar viva! Era una vista que me hacía sentir como si estuviera en el centro del mundo.

De vuelta en La Paz…
Tras regresar de Uyuni, ¡pasé unos días en La Paz!
Cocinamos y servimos curry a todo el mundo, cogimos el teleférico -el sistema de transporte público de La Paz- por la ciudad para disfrutar del paisaje, fuimos de excursión a Copacabana, una pequeña ciudad a orillas del lago Titicaca, y disfrutamos de un rato agradable y relajado.


Y el último día …
Mi madre de acogida me compró mucha comida boliviana porque era la última vez que estaba allí y estuve llena toda la mañana 😂.

Los vecinos se desvivieron por hornear pan y pasteles para la reunión, y al final se pasó un buen rato.

Fue muy triste despedirme de mi familia de acogida, con la que pasé 10 días, y lloramos todos juntos en casa y en el aeropuerto. Lloramos aún más cuando nos dijeron cariñosamente: «No olvidéis que tenéis familia en Bolivia» (risas), y nos prometimos que algún día volveríamos para ver de nuevo a nuestras familias favoritas 😌.

¡El próximo destino es Medellín, Colombia!
Internos en el Centro Cultural Japonés «Primavera Hinata».